24 noviembre 2014

Nuggets

15 noviembre 2014

El gran libro Satánico de actividades infatiles.


En Florida, un grupo religioso llevo biblias a las escuelas para que los alumnos interesados tomaran una. Esto es ilegal, pero las autoridades dijeron que cualquier grupo no cristiano también podría hacer lo mismo.

El grupo de ateos hizo los tramites, pero les rechazaron varios libros, asi que los ateos hicieron una demanda.  Mientras la demanda era procesada, la escuela decidió que aceptaría a cualquiera de sus libros.

Asi que un el grupo de Satánicos decidió crear un libro de actividades infantiles...



Y ahora el gobierno esta buscando cambiar las leyes para que ningún grupo religioso pueda usar las instalaciones educativas para distribuir su material religioso XD



Que haríamos sin los satánicos?

Aquí esta el libro para su descarga: Libro Satanico de actividades (en Ingles)

Que mejor regalo podrían llevar a su hogar los tres reyes magos?

 Si te gusto el libro, visita: El templo Satanico

Atte: JD.

07 noviembre 2014

Too many cooks


Chat con los autores.

 Influenciado por: David Lynch, Andy Kaufmann. Charlie Kaufman. Beyond the Black Rainbow. And of course Small Wonder.

02 noviembre 2014

LOS HERALDOS NEGROS




LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!

César Vallejo

31 octubre 2014

Embarazo



Feliz Halloween XD

17 octubre 2014

Hong Kong

Via http://www.reddit.com/r/polandball/

01 octubre 2014

Empieza Octubre...


... y muchos empezamos a salir apenas de nuestros ataúdes.

¿como están por acá, ¿planean algo especial para este mes?

23 septiembre 2014

Carta a una señorita en París




Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafio me pase por los ojos como un bando de gorriones.
Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.
Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible. Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.
Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.
Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.
Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)
Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.
Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.
Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.
Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.
De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)
Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.
Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.
Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.
No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.
Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.
Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).
A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.
Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.
Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.
Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.

He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece. Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.

Julio Cortázar

05 septiembre 2014

Milk for the Ugly



Un joven trabajador social logra al fin entrar en contacto con una anciana que parece estar fuera de sus carriles y que desde hace meses intentaban ubicar sin éxito. El joven intenta, a través de una conversación con la señora, que acostumbra hacer unos extraños collares de perlas rojas a todo el que la visita, establecer que problemas lleva a esta mujer a vivir en aquel apartamento tan desahuciado y porque solo la cocina parece estar inmaculadamente limpia. La anciana decide entonces, dado las palabras compasivas y al parecer sinceras del trabajador social confiar su secreto acumulado por años, pero para el muchacho resulta ser algo mas escalofriante y descabellado de lo que podría esperar de su trabajo, y mas cuando esto viene bajo el nombre de "los feos"…

Pueden leer la historia aquí: ir al cómic...

Milk for the Ugly es un comic digital interactivo creado por las artistas Ana Podedwona y Kate Redesiuk (akreon y vesner en deviantart), a las cuales hace un par de meses tuvieron una entrevista destacada dentro esta misma página que puedes leer aquí, con mucha información sobre estas talentosas chicas y datos importantes de este y otros de sus trabajos actuales (toda la entrevista en inglés) : 

Entrevista de Milk for the Ugly en Deviantart

27 julio 2014

Arma El Castillo Vagabundo.

Aqui podras encontrar un libro con las imágenes para poder armar tu copia del castillo vagabundo. El libro esta en Japones, pero espero sea fácil de seguir.

  Castillo Vagabundo


28 junio 2014

Sueño 1


     Xiao Kai iba a mi lado, caminábamos por una vereda, cuando vimos en una esquina el cuerpo de una persona. Inmediatamente reconocí a nuestro amigo Wang asi que me  aproxime.  Parecia que Wang se habia quedado dormido leyendo un libro, pero Wang no reaccionaba, estaba frio. Al mirar el libro alcance a leer:
Los cuerpos de Xiao Kai y Wang pesaron 23 kg... 
    Xiao Kai empezo a hablar con Wang, eh incluso le pidio que no se aproximara, era una discusión. Pero Wang estaba tieso, ahi, tirado en la esquina.  Yo solo escuchaba el monologo de Xiao Kai. Lo escuche quejarse de todas las personas que se aproximaban. Del incendio que nos rodeaba, de los gritos y los golpes que le daban. De lo obscuro que era todo.

    Y entonces comprendí. Mi amigo Xiao Kai también estaba muerto, pero el no lo sabia.

 Autor: Zdzislaw Beksinski

    Por un momento creí ver el paisaje que me describió, pero un solo segundo basto para desmayarme. Al despertar vi sus cuerpos. Siendo de naturaleza bromista, y creyendo que todo fue un sueño, les grite para despertarlos. Pero no contestaron. Dude mucho pero al final me acerque a Xiao Kai, y note que era un cadáver, flaco, en los huesos.  Hacia mucho tiempo que ambos estaban muertos.
    Finalmente volvi a despertar con el susurro de una niña. Lo cual no es bueno considerando que mi compañero de cuarto Wang se fue ayer y no hay nadie mas en casa. Espero.
   

JD

25 abril 2014

Voladores

Voladores. Grabado realizado en 2001, Nicolas de Jesus.



Realizado al siguiente día recién derribadas las Torres por el famoso artista indígena Mexicano Nicolás de Jesús.



Wikipedia entry of Nicolas de Jesus


Facebook de Nicolas de jesus.

21 marzo 2014

Luces apagadas.

Ganador del premio a Mejor director en el concurso ¿Quién esta ahí? 2013 

 Un consejo veanlo con las luces apagadas para ambientarse mejor.


Autor: David F. Sandberg

27 febrero 2014

Leyenda Japonés

     Esta es una leyenda situada en las montañas del Japón, en un pequenio pueblo aislado que vivia de la agricultura.

     Hace ya mucho tiempo hubo una sequía terrible que amenazo con llevar a la muerte a todos, durante meses esperaron a que la lluvia volviera, hicieron ceremonias, rituales pero el agua no caia.
 Las reservas de arroz se acabaron y los animales eran muy escasos, víctimas también.

     Los niños al ser mas débiles fueron las primeros en fallecer... desesperados de ver poco a poco a sus hijos perecer, los pobladores se reunieron decididos a salvar a sus hijos:

 -Los jóvenes salieron de caza, pero de nuevo fallaron, siempre regresan sin presa.
 _No seas tan duro con ellos, a los alrededores solo hay animales muertos, no queda nada con vida...
+¿Y Jasumin? no venir a la reunion es una groceria ...
_Su hijo menor amaneció muerto, ella y su hija deben estar preparando el cuerpo...

     Ante esta nueva noticia todos guardaron silencio, pronto se escucharon lagrimas, era mas sencillo evitar el llanto frente a los hijos que en la reunión del consejo, la desesperación los domino pues todos sabian que el pueblo se extinguiría.

_¿Qué diran nuestros ancestros?

+¿ En que hemos fallado?

     De pronto se escucho una voz:

*Si me permiten hablar...yo tengo una solución...

     No era común que jóvenes opinaran en las reuniones, ellos eran solo espectadores, encargados de ayudar a sus mayores, era toda una osadía interrumpir en el consejo.

-¿Una solución? ¿acaso no nos hemos reunido los adultos por meses buscando una solucion? seras tu capaz de salvar a este pueblo? espero no te ofrezcas para viajar con los pocos recursos que tenemos y nunca volver tal como hicieron esos sin verguenzas que mandamos...

*No es mi intencion menospreciar su esfuerzo,  entiendo que si no se ha encontrado una salida, es porque la gente espera a que la lluvia llegue o a que los animales vuelvan, pero no volverán...

     Esta descuidada frase calo ondo en las personas, las lagrimas brotaron de nuevo.

*Me disculpo, quiero decir que al menos  no veo indicación de que las cosas vayan a mejorar. Asi que tengo una propuesta: si lo que necesitamos es carne, comamos carne, carne human...

07 febrero 2014

Don't hug me I am scared I a VI

Nuevos Videos al final del post.

El grupo "Becky and Joes" tuvo una genial idea, utilizar las estrategias usuales del sistema para mostrar las consecuencias de vivir en la sociedad que hemos aceptado vivir y así crearón Don't hug me I am scared,  La animación se convirtió inmediatamente en sensación, tanto por su carácter obscuro como por lo difícil de entender.


En palabras simples esta es una crítica a una sociedad donde a los  infantes se les adoctrina como pensar, que deben hacer, como comportarse...


Y ellos acaban de crear la segunda parte.


Some things change over Time.

Como buen admirador de Momo, tengo mi propia interpretación de esta segunda parte, pero ¿ustedes que piensan?

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III

IV
V

VI


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www.beckyandjoes.co
Films by This Is It.

Atte JD

01 febrero 2014

Mirai Nikki

      Continuando con nuestra lista de animes de suspenso/horror/psicológicos, hoy les presento:

 Mirai Nikki.




    La historia comienza con un tipo antisocial, Amano, que se inventa un amigo imaginario, llamado Deux Ex Machina. Un día Deux lo invita a un juego,  Amano acepta y pronto descubre que hay otras personas a las que Deux ha invitado a jugar, más aún, a cada jugador se le asigna un diario que predice  el futuro en cierta forma. Deux no solo es real sino que es un dios que busca a un substituto, y el único sobreviviente al juego tendra el derecho a reemplazarlo.