29 diciembre 2010

La balada de año nuevo


La balada de año nuevo


En la alcoba silenciosa, muelle y acolchonada apenas se oye la suave respiración del enfermito. Las cortinas están echadas; la veladora esparce en derredor su luz discreta, y la bendita imagen de la Virgen vela a la cabecera de la cama. Bebé está malo, muy malo... Bebé se muere...

El doctor ha auscultado el blanco pecho del enfermo; con sus manos gruesas toma las manecitas diminutas del pobre ángel, y, frunciendo el ceño, ve con tristeza al niño y a los padres. Pide un pedazo de papel; se acerca a la mesilla veladora, y con su pluma de oro escribe... escribe. Sólo se oye en la alcoba, como el pesado revoloteo de un moscardón, el ruido de la pluma corriendo sobre el papel, blanco y poroso. El niño duerme; no tiene fuerzas para abrir los ojos. Su cara, antes tan halagüeña y sonrosada, está más blanca y transparente que la cera: en sus sienes se perfila la red azulosa de las venas. Sus labios están pálidos, marchitos, despellejados por la enfermedad. Sus manecitas están frías como dos témpanos de hielo... Bebé está malo... Bebé está muy malo... Bebé se va a morir...

Clara no llora; ya no tiene lágrimas. Y luego, si llorara, despertaría a su pobre niño. ¿Qué escribirá el doctor? ¡Es la receta! ¡Ah, si Clara supiera, lo aliviaría en un solo instante! Pues qué, ¿nada se puede contra el mal? ¿No hay medios para salvar una existencia que se apaga? ¡Ah! ¡Sí los hay, sí debe haberlos; Dios es bueno, Dios no quiere el suplicio de las madres; los médicos son torpes, son desamorados; poco les importa la honda aflicción de los amantes padres; por eso Bebé no está aliviado aún; por eso Bebé sigue muy malo; por eso Bebé, el pobre Bebé se va a morir! Y Clara dice con el llanto en los ojos:

-¡Ah! ¡Si yo supiera!

La calma insoportable del doctor la irrita. ¿Por qué no lo salva? ¿Por qué no le devuelve la salud? ¿Por qué no le consagra todas sus vigilias, todos sus afanes, todos sus estudios? ¿Qué, no puede? Pues entonces de nada sirve la medicina: es un engaño, es un embuste, es una infamia. ¿Qué han hecho tantos hombres, tantos sabios, si no saben ahorrar este dolor al corazón, si no pueden salvar la vida a un niño, a un ser que no ha hecho mal a nadie, que no ofende a ninguno, que es la sonrisa, y es la luz, y es el perfume de la casa?

Y el doctor escribe, escribe. ¿Qué medicina le mandará? ¿Volverá a martirizar su carne blanca con esos instrumentos espantosos?

-No, ya no -dice la madre-, ya no quiero. El hijo de mi alma tuerce sus bracitos, se disloca entre esas manos duras que lo aprietan, vuelve los ojos en blanco, llora, llora mucho, ruega, grita, hasta que ya no puede, hasta que la fuerza irresistible del dolor le vence, y se queda en su cuna, quieto, sin sentido y quejándose aún, en voz muy baja, de esos cuchillos, de esas tenazas, de esos garfios que lo martirizan, de esos doctores sin corazón que tasajean su cuerpo, y de su madre, de su pobre madre que lo deja solo. No, ya no quiero, ya no quiero esos suplicios. Me atan a mí también; pero me dejan libres los oídos para que pueda oír sus lágrimas, sus quejas.

¡Lo escucho y no puedo defenderlo: veo que lo están matando y lo consiento!

El niño duerme y el doctor escribe, escribe.

-Dios mío, Dios mío, no quieras que se muera; mándame otra pena, otro suplicio: lo merezco. Pero no me lo arranques, no, no te lo lleves. ¿Qué te ha hecho? Y Clara ahoga sus sollozos, muerde su pañuelo, quiere besarlo y abrazarlo (¡acaso esas caricias sean las últimas!), pero el pobre enfermito está dormido y su mamá no quiere que despierte.

Clara lo ve, lo ve constantemente con sus grandes ojos negros y serenos, como si temiera que, al dejar de mirarlo, se volara al cielo. ¡Cuántos estragos ha hecho en él la enfermedad! Sus bracitos rechonchos hoy están flacos, muy flacos. Ya no se ríen en sus codos aquellos dos hoyuelos tan graciosos, que besaron y acariciaron tantas veces. Sus ojos (negros como los de su mamá) están agrandados por las ojeras, por esas pálidas violetas de la muerte. Sus cabellos rubios le forman como la aureola de un santito.

-¡Dios mío, Dios mío, no quiero que se muera! Bebé tiene cuatro años. Cuando corre, parece que se va a caer. Cuando habla, las palabras se empujan y se atropellan en sus labios. Era muy sano: Bebé no tenía nada. Pablo y Clara se miraban en él y se contaban por la noche sus travesuras y sus gracias, sin cansarse jamás. Pero una tarde Bebé no quiso corretear por el jardín; sintió frío; un dolor agudo se clavó en sus sienes y le pidió a su mamá que lo acostara. Bebé se acostó esa tarde y todavía no se levanta. Ahí están, a los pies de la cama, y esperándole, los botoncitos que todavía conservan en la planta la arena humedecida del jardín.

El doctor ha acabado de escribir, pero no se va. Pues qué, ¿le ve tan malo? El lacayo corre a la botica. -¡Doctor, doctor, mi niño va a morirse!

El médico contesta en voz muy baja:

-Cálmese usted, que no despierte el niño.

En ese instante llega Pablo. Hace quince minutos que salió de esa alcoba y le parece un siglo. Ha venido corriendo como un loco. Al torcer la esquina no quiso levantar los ojos, por no ver si el balcón estaba abierto. Llega, mira la cara del doctor y las manos enclavijadas de la madre; pero se tranquiliza; el ángel rubio duerme aún en su cuna -¡no se ha ido! Un minuto después, el niño cambia de postura, abre los ojos poco a poco, y dice con una voz que apenas suena:

-¡Mamá!, ¡mamá!...

-¿Qué quieres, vida mía? ¿Verdad que estás mejor? ¡Dime qué sientes! ¡Pobrecito mío! Trae acá tus manitas, ¡voy a calentarlas! Ya te vas a aliviar, alma de mi alma. He mandado encender dos cirios al Santísimo. La Madre de la Luz ya va a ponerte bueno.

El niño vuelve en derredor sus ojos negros, como pidiendo amparo. Clara lo besa en la frente, en los ojos, en la boca, en todas partes. ¡Ahora sí puede besarlo! Pero en esa efusión de amor y de ternura, sus ojos, antes tan resecos, se cuajan de lágrimas, y Clara no sabe ya si besa o llora. Algunas lágrimas ardientes caen en la garganta del niño. El enfermito, que apenas tiene voz para quejarse, dice:

-¡Mamá, mamá, no llores!

Clara muerde su pañuelo, los almohadones, el colchón de la cunita. Pablo se acerca. Es hora ya de que él también lo bese. Le toca su turno. Él es fuerte, él es hombre, él no llora. Y entretanto, el doctor, que se ha alejado, revuelve la tisana con la pequeña cucharilla de oro. ¿Qué es el sabio ante la muerte? La molécula de arena que va a cubrir con su oleaje el océano.

-Bebé, Bebé, vida mía. Anímate, incorpórate. Hoy es año nuevo. ¿Ves?

Aquí en tu manecita están las cosas que yo te fui a comprar en la mañana. El cucurucho de dulces, para cuando te alivies; el aro con que has de corretear en el jardín; la pelota de colores para que juegues en el patio. ¡Todo lo que me has pedido!

Bebé, el pobre Bebé, preso en su cuna, soñaba con el aire libre, con la luz del sol, con la tierra del campo y con las flores entreabiertas. Por eso pedía no más esos juguetes.

-Si te alivias, te compraré una corretela y dos borregos blancos para que la arrastren... ¡Pero alíviate, mi ángel, vida mía! ¿Quieres mejor un velocípedo? ¿Sí ...? Pero ¿si te caes? Dame tus manos. ¿Por qué están frías? ¿Te duele mucho la cabeza? Mira, aquí está la gran casa de campo que me habías pedido...

Los ojos del enfermito se iluminan. Se incorpora un poco, y abraza la gran caja de madera que le ha traído su papá. Vuelve la vista a la mesilla y mira con tristeza el cucurucho de los dulces.

-Mamá, mama, yo quiero un dulce.

Clara, que está llorando a los pies de la cama, consulta con los ojos al doctor; éste consiente, y Pablo, descolgando el cucurucho, desata los listones y lo ofrece al niño. Bebé toma con sus deditos amarillos una almendra, y dice:

-Papá, abre tu boca.

Pablo, el hombre, el fuerte, siente que ya no puede más; besa los dedos que ponen esa almendra entre sus labios, y llora, llora mucho.

Bebé vuelve a caer postrado. Sus pies se han enfriado mucho; Clara los aprieta en sus manos, y los besa. ¡Todo inútil! El doctor prepara una vasija bien cerrada y llena de agua casi hirviente. La pone en los pies del enfermito. Éste ya no habla, ya no mira; ya no se queja; nada más tose, y de cuando en cuando, dice con voz apenas perceptible:

-¡Mamá, mamá, no me dejen solo!

Clara y Pablo lloran, ruegan a Dios, suplican, mandan a la muerte, se quejan del doctor, enclavijan las manos, se desesperan, acarician y besan. ¡Todo en vano! El enfermito ya no habla, ya no mira, ya no se queja: tose, tose. Tuerce los bracitos como si fuera a levantarse, abre los ojos, mira a su padre como diciéndole: "¡Defiéndeme!", vuelve a cerrarlos... ¡Ay! ¡Bebé ya no habla, ya no mira, ya no se queja, ya no tose; ya está muerto!

Dos niños pasan riendo y cantando por la calle: -¡Mi Año Nuevo! ¡Mi Año Nuevo!

MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA

28 diciembre 2010

Arbol de Navidad en llamas...

24 diciembre 2010

felices fiestas..!


en nombre el staff de Spooky Arts 2.0 les deseamos unas felices fiestas a todos los zombies que nos siguen desde hace tiempo (y sin descanso) y también a aquellos que a pesar de no hacerlo deambulan de ves en cuanto por el sitio, dándole las gracias por su apoyo a lo que fue el resurgimiento de el blog, por tomarse las molestias de comentar nuestros post, por comprender nuestras largas ausencias y por ayudar a que este blog llegue a mas personas cada día.

22 diciembre 2010

Rising

Lhasa de Sela

19 diciembre 2010

Cyanide & Happiness

hola a todos deseo que la estén pasando bien en esta temporada navideña con sus familiares y amigos despidiendo este año 2010 con sus achaques y también con las cosas buenas que nos quedaron, que es el chiste de todo esto dejando la religión y el consumismo a un lado...

hace unos meses vi esta imagen en el perfil de un amigo en facebook:


....y me parti de la risa, como sera eso de pelvis Presley?.

12 diciembre 2010

Alicia en wonderlost -Alice is dead

Alicia:pero no quiero estar entre locos...


Ya vi la película de Tim Burton sobre el trabajo del matemático Lewis Carroll.
Si no sabes de que te habló, te recomiendo Todo sobre Alicia (en inglés) es un libro donde encontraras todo sobre este personaje de Carroll, chismes, imagenes, etc.

Regresando a la película ¿qué esperaba ver? bueno la mejor manera de explicarlo es con 2 ejemplos:

Wonderlost y los juegos "Alice is dead" y "Alice is dead II" y el recien "Alice is dead III".

Wonderlost En esta página podemos encontrar como serían los personajes de Carroll hechos de porcelana y con un toco más obscuro que en los libros.

Sombrerero:Tu cabello debe ser cortado.


Alice is dead

Despiertas, no sabes quién eres, y en frente de ti se encuentra el cadáver de Alicia.

¿Quién la mató?
¿Por qué?
¿Quién eres?


"Alice is dead", "Alice is dead II" y "Alice is dead III" no son recomendados para menores de edad (supongo tampoco las imágenes previas) así que para jugarlos debes dar click en este enlace:

11 diciembre 2010

El dia en que cambie a mi padre por dos peces de colores

Siguiendo con las recomendaciones para sus compras navideñas, he aquí una joyita:




Les paso el link, pero ya saben que en este tipo de cosas, debido a todo el trabajo artístico de fondo,  les recomiendo comprar el libro.

Descarga

baii

10 diciembre 2010

Juguetes





Es tiempo de otra tradición capitalista: buscar el mejor regalo de navidad,
 hoy propongo: ¡microbios! 



¿alguna sugerencia?

08 diciembre 2010

The Experiment


Antes que nada me disculpo con los queridos Zombies que nos siguen, últimamente ha habido una escasez de cerebros para comer en el desayuno así que hemos tenido que salir de cacería y nos queda poco tiempo para escribir en el blog... en fin...

Estamos buscando cerebros, es decir, colaboradores para que el proyecto de Spooky Arts pueda seguir en pie... si estás interesado en dejarnos tu alma a cambio de un pequeño espacio en nuestro blog no dudes en contactarnos.

Ahora sí vamos con la película que les recomiendo esta vez, que no tiene nada que ver con zombies, sino con algo más aterrador: El Ser Humano. Porque no hay nada más aterrador que nosotros mismos y lo que podemos hacer a cambio de un poco de dinero, o para sentirnos con un poco de poder...



Remake del título de 2001 dirigido por Oliver Hirschbiegel, la película cuenta como 20 hombres deciden participar en un experimento para determinar el comportamiento agresivo en un ambiente carcelario simulado.

8 de esos hombres serán guardianes y los otros 12 los presos. Se encierra a los prisioneros y se les ordena que sigan las órdenes; los guardias deberán mantener el orden.


Enlaces Intercambiables (gracias a Taringa!)



Salu2
El Oso iBol